Hace muchos años vivió un humilde matrimonio del cual se engendró una hija dotada de una gran belleza. Al crecer, demostró que su belleza no era su única cualidad pues se convirtió en una mujer dulce y trabajadora. Aunque la vida en el campo era tranquila, un día todo cambió cuando su papá enfermó gravemente y al poco tiempo murió. Su madre, preocupada por la seguridad de su hija decidió cubrirle el rostro. Inicialmente la joven no quería ceder, sin embargo, se terminó por convencer cuando su madre argumentó que era la mejor forma de protegerla de ser una tentación para los hombres. Después de esto, la madre tomó un barreño de madera y lo colocó en el rostro de su hija.
Poco tiempo después la madre murió. La joven para sobrevivir fue a trabajar a los arrozales sin importarle lo duro que esto era ni las crueles burlas y ofensas que recibía. Hubo días en los que rompía en llanto, mas no fue motivo para dejar de esforzarse. Un día un campesino con una gran riqueza notó sorprendido la velocidad y diligencia con la que la joven llevaba a cabo sus tareas, tal cual una fuerte rama de bambú se tratara. Quedó tan fascinado que ni siquiera le importó el barreño que llevaba en la cabeza y decidió ofrecerle trabajo en sus arrozales. La esposa del campesino, quien se encontraba enferma, quedó fascinada con la joven y decidió convertirla en su ayudante; no sólo por sus dones, sino también de su dulce y tranquila compañía.
Después de unos meses, el matrimonio organizó una fiesta para su hijo que regresaba triunfal tras haber estudiado en Kyoto. Al llegar éste saludó efusivamente a sus padres. La muchacha contempló la escena y quedó enamorada de tan apuesto hombre. Al conocer a la joven, éste no pudo evitar reirse un poco del barreño. No obstante, al descubir tantas virtudes en la joven pronto quedó enamorado de ella, al punto de quererla como esposa. Al saber la noticia, el padre saltaba de alegría, no así la madre, pues tras los rumores negativos de la gente se dejó llevar por la cólera de saber que su hijo se casaba con una criada que seguramente era muy fea y por eso usaba ese barreño.
Triste por la reacción de la señora, la joven rechazó la propuesta de matrimonio. Pero esa misma noche soñó con su madre quien le dijo “No temas hija. Busca a tu enamorado y acepta casarte con él. Todo se resolverá”. Al día siguiente, habiendo recibido el consuelo de su madre, por fin aceptó casarse. El día de la boda, la muchacha trató de quitarse el barreño, pero estaba atascado. Muchas personas asistieron a presenciar el enlace, más por curiosidad y para burlarse que por cortesía. Repentinamente se escuchó un crujido, y el barreño se partió en dos. De él cayeron piedras preciosas, oro y plata. Las personas, los padres y el joven enmudecieron, pero no por todas la joyas esparcidas en el suelo, sino porque descubrieron que la dama del barreño era la mujer más hermosa de todo Japón.